5.- Canciones de ronda y otras.
MANZANO ALONSO, M. 2001: Cancionero popular de Burgos. Tomo I: rondas y canciones. Diputación de Burgos, Burgos.
+ Las virtudes p. 314.
Si me prestáis atención, escucha que ahora empiezo
las virtudes de la noche, con la afición que te tengo.
Escucha con atención cuatro virtudes cantadas;
la primera me dirás que es la flor de la mañana.
La segunda me dirás, me dirás con mucha razón
que te traigo y que te llevo dentro de mi corazón.
La tercera, más quisiera ver a mi corazón muerto
que otro galán gozara la hermosura de tu cuerpo.
La cuarta, perdonarás este gran atrevimiento,
que hemos venido a quitarte el sueño de más contento.
+ Despedidas, p. 319.
La luna se va a poner, las Cabrillas ya van idas;
El galán que ha de cantar, vaya echando despedidas.
Una despedida basta para dar gusto al amor,
una despedida basta, y no tanto reclamor.
Una despedida basta para dar gusto al contento,
una despedida basta y no tanto cumplimiento.
Despedida y no partida, mi vida queda con vos;
más cuesta esta despedida que te me llevase Dios.
+ 1 (III) b.- El pequeñito romance (de El Reinado) La Revilla (p. 321)
El pequeñito romance
quisiera explicar, si puedo,
blanca, rubia y colorada,
tan dura como el cimiento.
La que me mira me mira,
la que me mira no quiero,
la que quiere que me mire
agacha la vista al suelo.
……………………..
………………………
………………………
………………………
El sábado por la tarde
por tu calle me paseo
cantando cuatro coplillas
de las mejores que suelo.
Domingo por la mañana
me marcho pa’l cementerio
por ver si veo venir
a ese tu pulidito cuerpo.
Venías entre las otras
con tal alto remeneo
que toda la gente decía:
“Bendígala Dios del cielo”.
Más olas que tiene el mar
y estrellas el alto cielo,
tú eres la rosa encendida,
dos trenzas son tus cabellos.
Una madeja de pelo
trenza con un corazón,
presa me tiene el alma
junto con el corazón.
El corazón te daré
que me le hagas mil pedazos,
y ha de ser con condición
de morir entre tus brazos.
El morir entre tus brazos
ha de ser muerte con regalo;
mira si te quiero bien,
que hasta la muerte me allano.
Me allano por darte gusto
y en ti tengo la afición,
……………………
y la debo de cumplir,
que me ha dicho el confesor
que no me aparte de ti.
+ 26.- El retrato, Cascajares de la Sierra, p. 383.
Esa tu cabeza,
aunque pequeñita,
en ella se forma
una palomita.
Esos tus dos ojos
son dos claros luceros
que alumbran de noche
a los arrieros.
Esa tu nariz
es filo de espada
que a los corazones
sin sentir los pasa.
Esos tus dos brazos
son dos picaportes
que si abren y cierran
siento yo los golpes.
Esa tu boquita
con dientes de perla
y sus labios rojos
que saben a menta.
Esa tu garganta
tan clara y tan bella
que el agua que bebe
toda la clarea.
Esas tus dos manos
son dos palomitas:
feliz yo sería
si ellas me acarician.
Esos tus dos pechos
son dos fuentes claras
donde yo bebiera
si tú me dejaras.
Esa tu cintura
bien acinturada
es un mimbre de oro
criado entre plata.
Esos tus dos muslos
son oro macizo
donde se mantiene
todo el artificio.
Esas tus rodillas
son bolas de plata
donde se sostiene
toda mi esperanza.
Esas tus dos piernas
que van al compás,
que te van contando
los pasos que das.
Esos tus dos pies
que echas al agudo,
que paso que das
hechizas al mundo.
+ 32.- Anoche estuve a tu puerta, Cabezón de la Sierra, p. 391.
Anoche estuve a tu puerta,
tres veces toqué al candado:
para niña con amores,
tienes el sueño pesado.
Anoche estuve a tu puerta
hasta que salió la luna,
por ver si puedo llevarme
de las dos hermanas una.
Allá va la despedida:
no te la quisiera dar
que se van mis compañeros,
no me quieren aguardar.
Todos canta a la hija
por si se la pue’n llevar
y yo le canto a la madre
porque me dé de almorzar.
+ 39.- A tu puerta hemos llegado, Contreras, p. 400.
A tu puerta hemos llegado
veinticinco de cuadrilla;
si quieres que te cantemos
bájanos una cuartilla.
Agua menudita llueve,
goterean las canales,
ábreme la puerta, cielo,
que soy aquel que tú sabes.
El hombre cuando se casa
se parece al caracol:
se coge la casa a cuestas
con más fatigas que Dios.
+ 41.- Pimpollito, pimpollito, Pinilla de los Barruecos, p. 402.
Pimpollito, pimpollito,
ya te vas haciendo moza,
ya te va llegando el tiempo
de decirte alguna cosa.
A la entrada de este pueblo
no sé qué cantar cantemos:
que nos preparan la cena,
que el mayo ya lo tenemos.
A la entrada de este pueblo
hay un charco y no ha llovido:
lágrimas de una chavala
que el novio no le ha querido.
A la entrada de esta pueblo
hay una fuente que mana:
lágrimas de las solteras
y también de las casadas.
+ 53a.- Ronda que te rondaré yo (I), Tolbaños de Abajo, p. 414.
Ronda que te rondaré, ronde quien tuviere amores;
la calle por donde voy parece un jardín de flores,
jardín de flores, jardín de flores,
ronde quien tuviere, quien tuviere amores. (Estribillo)
La ronda va por la calle
y yo rondaré el primero,
hermoso clave dorado
cortado en el mes de enero.
Esta noche rondo yo,
mañana ronde el que quiera;
esta noche rondo yo
la calle de mi morena.
En invierno no hay claveles
porque los marchita el viento;
en tu cara los hay siempre
porque los permite el cielo.
Esta noche rondo yo,
la ronda va por la calle,
quien tenga sueño que duerma,
que yo no molesto a nadie.
Todito lo que yo digo
se lo cuenta a mi madre
como si mi madre fuera
cuchillo para matarme.
Arriba, sol de los soles,
que tu cuerpo es la custodia;
tus pechos son escaleras
para subir a la gloria.
+ 32.- Anoche estuve a tu puerta, Cabezón de la Sierra, p. 391.
Anoche estuve a tu puerta,
tres veces toqué al candado:
para niña con amores,
tienes el sueño pesado.
Anoche estuve a tu puerta
hasta que salió la luna,
por ver si puedo llevarme
de las dos hermanas una.
Allá va la despedida:
no te la quisiera dar
que se van mis compañeros,
no me quieren aguardar.
Todos canta a la hija
por si se la pue’n llevar
y yo le canto a la madre
porque me dé de almorzar.
+ Letrillas de ronda p. 317.
El galán que ha de cantar a la puerta de esta dama
levante un poco la voz, que tiene lejos la cama.
Tú que dices que está lejos la cama de esta doncella,
tú que dices que está lejos, señal que has dormido en ella.
No he dormido en ella, no, ni espero de dormir,
pero sí sé que está lejos la cama del serafín.
La cama del serafín es de mantas y colchones
y la cabecera tiene un ramillete de flores.
Canta, compañero, canta, no temas a la premura,
que venimos a cantar donde está el sol y la luna.
Canta, compañero, canta, no temas los rigores,
que hemos venido a cantar a un ramillete de flores.
Ya me veo imaginando el resplandor de la luna,
pues me tienes hechizado;
mientras tú seas doncella, no quiero tomar estado.
+ 1 (III) d.-. Debajo de este tejado, Doña Santos, p. 324.
Debajo de este tejado
tengo todo mi querer,
tengo mi suegra y mi suegro
y esperanzas de mujer.
Yo no sé qué tienes niña,
que ningún amor te cuadra:
si te mereces un rey,
cuatro tiene la baraja.
Repollito, repollito,
ya te vas haciendo berza,
ya te va llegando el tiempo
de quitarte alguna penca.
+ 1 (III) e.- Los mandamientos del amor (I), Contreras, p. 325.
Si quieres oír, madama,
los mandamientos cantados,
incorpórate en la cama,
que ahora voy a comenzarlos.
El primero amar a Dios
no le amo como debo
porque tengo puesto en ti
todo mi firme y verdadero.
El segundo es no jurar:
yo bien de veces he jurado
de no comer ni beber
hasta traerte a mi lado.
El tercer, que es la misa,
no la oigo con devoción
porque tengo puesto en ti
alma, vida y corazón.
En el cuarto, que a mis padres
el respeto les perdí
en público y en secreto
sólo por quererte a ti.
En el quinto no matar:
yo a nadie la muerte he dado,
pero con pensamiento
mil veces lo he deseado.
El sexto no fornicar
la mujer de otro marido
y éste el punto, señores,
que me trae más afligido.
El séptimo no robar
bienes ajenos ningunos,
la codicia y la avaricia
son los reyes de este mundo.
………………
………………
………………
………………
Los mandamientos son diez,
las palabras son ejemplo,
que las ha dejado Dios
para adorno de su templo.
+ 1 (III) g.- Para cantar a esta puerta, Barbadillo del Mercado, p. 327.
Para cantar a esta puerta,
primero se hace una cruz;
para cantar a esta puerta,
ayúdame, buen Jesús.
Hago en el nombre de Dios
y en el nombre de Dios hago,
y el del Padre y el del Hijo
y del Espíritu Santo.
Hago en el nombre de Dios
y el de la Virgen que es buena
y el del Santo Sacramento
que en la misa se celebra.
+ 4ª.- Los mandamientos del amor (III), Palazuelos de la Sierra, p. 337.
Paso a pasito vengo
acercándome a tu reja;
te pido, maya, esta noche
estés un rato despierta.
Con licencia de mi maya
y ayuda de compañeros,
empezaremos cantando
de la Ley los mandamientos.
En el primero nos mandan
sobre toda cosa amar,
y es tanto lo que te quiero,
que no te puedo olvidar.
No jurar en vano dice
el mandamiento segundo,
y yo he jurado quererte
mientras siguiera en el mundo.
En el tercero no estuve
en misa con devoción,
pues te pusiste delante
robándome la atención.
En el cuarto les perdí
a mis padres el respeto,
sólo por verte y hablarte
en público y en secreto.
En el quinto no he matado
a ninguno, vida mía,
pero si otro te quisiera,
entonces no sé qué haría.
En el sexto no he pecado,
que tu amor la carne frena:
basta, niña, contemplarte,
para respirar pureza.
En el séptimo no hurté
la cosa más chica a nadie;
sólo les quisiera hurtar
la voluntad a tus padres.
En el octavo no miento
ni he sido testigo falso,
como miento el testimonio
sólo por que hablo contigo.
En noveno ni aún miro
la más ajena mujer,
sólo te deseo a ti
y a ti sola he de querer.
No codicio de mi prójimo
en el décimo los bienes,
que no hay riqueza en el mundo
como la sal que tú tienes.
Estos diez mandamientos
sólo se encierran en dos:
en quererte y en amarte
y en servir y amar a Dios.
+ 13a.- Los mandamientos del amor (XXVIII), Huerta de Abajo, p. 365.
Los diez mandamientos santos
vengo a cantaros, paloma,
tan sólo porque me oigas
y me tengas en memoria.
En el primer mandamiento
la primer cosa es amar:
te tengo en el pensamiento
y no te puedo olvidar.
El segundo es no jurar:
yo jurar no juro nadie,
sólo he jurado a esa niña
si no me la dan sus padres.
El tercero es oír misa:
nunca estoy con devoción,
siempre estoy pensando en ti,
prenda de mi corazón.
El cuarto es honrar padre y madre:
el respeto les perdí,
yo ya no obedezco a nadie
por obedecerte a ti.
En el quinto es no matar:
una bala me di yo,
yo soy muerto, señores,
y usted la que me mató.
Señorita del balcón, quítese,
y métase más adentro,
que hace pecar a los hombres
en el sexto mandamiento.
El séptimo no hurtar:
yo hurtar no hurto a nadie,
sólo hurtaría a esa niña,
si no me la dan sus padres.
Octavo no levantar
falso testimonio a nadie,
como a mí me lo levantan
las chusqueras de esta calle.
Noveno no desear
ninguna mujer ajena:
sólo deseo a esta niña
para casarme con ellas.
Décimo no codiciar:
yo no vivo codiciando,
si no fuese por la codicia,
sería un matrimonio santo.
Estos diez mandamientos
sólo se encierran en dos:
nos iremos a la iglesia
para casarnos los dos.
+ 26.- El retrato, Cascajares de la Sierra, p. 383.
Esa tu cabeza,
aunque pequeñita,
en ella se forma
una palomita.
Esos tus dos ojos
son dos claros luceros
que alumbran de noche
a los arrieros.
Esa tu nariz
es filo de espada
que a los corazones
sin sentir los pasa.
Esos tus dos brazos
son dos picaportes
que si abren y cierran
siento yo los golpes.
Esa tu boquita
con dientes de perla
y sus labios rojos
que saben a menta.
Esa tu garganta
tan clara y tan bella
que el agua que bebe
toda la clarea.
Esas tus dos manos
son dos palomitas:
feliz yo sería
si ellas me acarician.
Esos tus dos pechos
son dos fuentes claras
donde yo bebiera
si tú me dejaras.
Esa tu cintura
bien acinturada
es un mimbre de oro
criado entre plata.
Esos tus dos muslos
son oro macizo
donde se mantiene
todo el artificio.
Esas tus rodillas
son bolas de plata
donde se sostiene
toda mi esperanza.
Esas tus dos piernas
que van al compás,
que te van contando
los pasos que das.
Esos tus dos pies
que echas al agudo,
que paso que das
hechizas al mundo.