3.1.- La arquitectura de función religiosa.

Una vez que hemos trazado una parte del devenir histórico y nos hemos ubicado geográficamente vamos a abordar la historia de la construcción, en este caso partiendo de lo que queda de los edificios destinados a atender las necesidades religiosas y las devociones y lo que fuera una brillante, singular y notable arquitectura popular, hoy desaparecida en una parte muy importante.

Comenzaremos por las construcciones que tienen un valor religioso como son la iglesia parroquial de Santa Eugenia y las ermitas de la Virgen del y de San Roque, está convertida en la actualidad en vivienda.

Fig. 13.- Croquis de la iglesia parroquial de Santa Eugenia (F. Palomero)

La iglesia parroquial de Santa Eugenia en la actualidad es un templo de tres naves, con muros de sillarejo, mampostería y sillería, portada abierta al mediodía de trazas de formas clasicistas (fig. 13), cubierta de armazón de madera y gruesos pilares de sección circular que sirven de apeo de la cubierta y permiten la comunicación entre las naves (fig. 16 y 17). El conjunto se remata en ábside cuadrangular con gruesos pilares angulares, muros de piedra sillería (fig. 15) y cubierta de bóveda de crucería, terceletes (fig. 9). Adosada al ábside en su lado norte vemos la sacristía, de planta rectangular, que comunica con éste a través de una portada abierta de forma tosca en el muro norte del ábside (fig. 13). El muro sur del ábside fue eliminado en parte en un determinado momento abriendo un gran arco para comunicar con la capilla destinada al culto y veneración de la Virgen de la Piedad, patrona del lugar; este espacio se cubre con bóveda de aristas. La nave lateral izquierda – del evangelio- se prolongó hacia el oeste creando un pequeño espacio de planta rectangular que cumple la función de baptisterio con pila de trazas y formas románicas.

A los pies, a modo de prolongación de la nave central, se ubica la torre (fig. 13). Es una construcción de planta cuadrangular, muros de sillería y sillarejo, doble cuerpo y portada abierta en el muro meridional. En el segundo cuerpo se abren ocho vanos de arco de medio punto que sirven de troneras para las campanas. La arqueología muraria indica que hay por los menos tres momentos en su construcción: una románico, otro tal de la etapa renacentista y el tercero ya en época contemporánea, segunda mitad del siglo XIX.

Fig. 14.- Vista del muro meridional de la iglesia parroquial de Santa Eugenia desde el sudoeste (F. Palomero)

El edificio que vemos presenta un largo proceso constructivo. El muro occidental que cierra la nave central, en su cara interna muestra una factura de trazas y formas románicas (fig. 13 y 14). La existencia de una edificación de esta época y estilo viene avalada por la reutilización de numerosos sillares en las restauraciones y modificaciones posteriores y por la presencia de un canecillo románico. Todo parece indicar que este primer templo románico fue de una sola nave y que sus muros perimetrales norte y sur iban por donde ahora vemos los pilares de separación entre las naves. Los datos arqueológicos indican que pudo haber una espadaña, o tal vez una pequeña torre a los pies del templo a caballo entre las formas románicas y las reformas habidas en el siglo XVI.

Fig. 15.- Iglesia de Santa Eugenia, vista del ábside y capilla meridional desde el exterior (F. Palomero).

Las antedichas reformas, llevadas a cabo posiblemente en la segunda mitad del siglo XVI, supusieron convertir el anterior templo -muy probablemente románico de una sola nave- en otro de tres rematado en cabecera cuadrangular con potentes contrafuertes angulares (fig. 13 y 15). Las naves -tal vez las laterales no de la amplitud de las actuales-, debieron tener cubierta de armazón de madera y la crucería, de excelente ejecución, se reservó para la cabecera1. Ello es evidente por el desarrollo existente en el muro oeste de la actual sacristía. Esa parte del muro presenta similar factura que la del resto de la cabecera, tiene un pequeño recrecimiento mediante un pequeño pretil que lo recorre en todo su desarrollo, similar al que vemos en el muro norte de la cabecera. Este muro acaba de forma bien ejecutada en el ángulo noreste, a partir del cual se continúa el muro ya de mampostería y cadenas de sillares en los ángulos. No podemos constatar lo mismo en la zona sur puesto que el muro fue eliminado en un momento posterior como luego veremos.

La siguiente remodelación significativa fue la que se llevó a cabo en tiempos más recientes, creemos que ya en pleno siglo XIX o tal vez a finales del XVIII. Es en este plan de obras cuando se abren las naves laterales, se rompe la mayor parte del muro sur del ábside y se abre un gran arco de medio punto que comunica el presbiterio con la nueva capilla de la Piedad, realizada a manera segundo ábside (fig. 13). En ella se practica un transparente en la pared este y un gran ventanal en el muro sur que sirve para aportar iluminación a la cabecera. Tanto el vano sur como el transparente tuvieron cuidadas vidrieras, particularmente la hornacina del segundo donde siempre estuvo depositada la Virgen de la Piedad, como hemos podido constatar en los datos del inventario susodicho.

En este mismo momento se realiza el gran arco triunfal que comunica la cabecera con el resto del templo (fig. 16). Todo parece indicar que aquí también se eliminó parte del muro y el arco de la anterior obra. Todo indica que se pensó en dotar a las naves de arcos formeros que nunca llegaron a realizarse. Los actuales seis pilares de sección circular y los dos incrustados en el muro occidental, parecen ser la solución final a la no realización de las arquerías correspondientes. Sus formas, desarrollo y volumen hablan un lenguaje más moderno y diferente del que vemos en los añadidos precedentes. Creemos que forman parte de la última gran reforma, la que consiste en la ejecución de la nueva cubierta de madera. Es también ahora cuando se recoloca en la zona sur del muro de poniente y se reubica el único canecillo románico que se conserva de la anterior iglesia.

1Este tipo de cabecera, con recuerdos góticos pero ya claramente renacentista de la iglesia de Carazo, lo vemos en otros templos de la zona como en la iglesia parroquial de Hacinas y la de Pinillas de los Barruecos, amén de otras. Es una tipología de ábside que se impone en esa época en la diócesis de Osma. La iglesia de Carazo no puede ser una excepción a la norma.

Fig. 16.- Iglesia de Santa Eugenia, interior del templo, vista desde los pies a la cabecera (F. Palomero).

A esta etapa de obras pudo corresponder asimismo la realización del baptisterio (fig. 13). Para ello se rompe parte del muro occidental de la nave norte y se levanta una pequeña edificación en la que se ubica, a un nivel diferente del resto del templo, la cuidada pila bautismal de trazas y formas románicas (fig. 26). Se aprecia en el suelo de esta capilla y en los muros la existencia de unos orificios donde debieron encajar la estructura de una verja. La consulta del inventario me permite documentar que aquí existió una verja de madera que cerraba y aislaba este ámbito del resto.

Fig. 17.- Iglesia de Santa Eugenia, interior del templo, vista desde la cabecera (F. Palomero).

La arqueología muraria y las formas que presenta la actual portada (fig. 18), abierta al segundo tramo del templo (fig. 13 y 14), indican que se debió romper el muro precedente para encajarla. Las formas de esta portada indican que pudo realizarse a lo largo del siglo XIX.

La actual torre es un edificio de planta cuadrada, completamente hueca en su interior, escalera de comunicación interna adosada al muro y remate en armazón de madera. Exterior e interiormente hay dos cuerpos. En el superior se ubican las troneras, dos en cada cara siendo de mucho mayor tamaño las del muro este. Se han tapiado las del norte y oeste. Si analizamos el muro sur de la torre, en la zona donde se ubica la portada de acceso a este edificio, muy descentrada, constatamos la existencia de dos momentos en su realización. En altura hay una línea de falla, expresión de que en algún momento se hundiera y sobre parte de la fábrica antigua se levantara la nueva. Esos datos los constatamos también en el alzado de las troneras del muro este. Es una obra carente de las proporciones y elegancia de la cabecera y en mal estado de conservación.

Fig. 18.- Iglesia de Santa Eugenia, portada (F. Palomero).

No podemos concluir nuestra aproximación a esta somera lectura de muros de la iglesia parroquial de San Eugenia sin plantear una secuencia cronológica del conjunto. Hemos podido documentar que la cara interna del muro occidental presenta la factura y las formas de uno muro románico. Parte de esa factura se aprecia igualmente en la zona de la portada de la actual torre y en el muro contiguo. En la actual cabecera es evidente la diferencia de factura en el corte de unos sillares y otros. Hay algunas hiladas, tanto en el muro este como sobre todo en el norte, que delatan su origen románico lo que nos hace pensar que se trata de materiales que se reutilizan de una edificación anterior de estilo y formas románicas. Ello se constata también por la existencia de un canecillo, una cabeza de buey.

A tenor de lo hasta aquí expuesto podemos plantear la siguiente evolución de la iglesia parroquial de San Eugenia de Carazo. Debió existir un primer templo de trazas y formas románicas, de una sola nave y tal vez de cabecera cuadrangular del que sólo nos queda el muro occidental, un canecillo y varios sillares reutilizados. En la segunda mitad del siglo XVI se elimina la mayor parte de la construcción precedente. Ahora se mantiene el templo de una sola nave con una gran cabecera de planta cuadrangular, muros de piedra sillería y cubierta de bóveda de terceletes y grandes contrafuertes angulares. A finales del siglo XVIII o comienzos del XIX se produce una notable reforma; se añaden las naves laterales, se rompe el muro meridional del ábside abriendo un gran arco que da acceso a la capilla donde se coloca la imagen de la Virgen de la Piedad. Se realiza asimismo un nuevo arco triunfal de acceso al ábside y se abre otro entre la antedicha capilla de la Virgen de la Piedad y la nave de la epístola. Parece que inicialmente se pensó en cubrir con bóveda todas las naves y realizar para ellos los correspondientes arcos formeros, de lo que sólo tenemos constancia por el arranque de uno de ellos.

Ya bien mediado el siglo XIX, posiblemente por los destrozos que debió suponer el que se viniera abajo la torre y tal vez parte del templo, se procede a la realización de nuevas obras. A ellas corresponde la actual portada, la torre tal como la vemos en la actualidad y la nueva cubierta juntamente con los gruesos y señalados pilares.

La cubierta de las naves, muy alterada por las sucesivas intervenciones, es de armazón de madera realizada en una parte importante a finales del siglo XVIII. Toda ella descarga sobre seis pilares de sección circular y otros dos embebidos en el muro occidental, dando como resultado un cuidado espacio. Al muro sur, tramo segundo de la nave de la epístola se abre la portada. Es un sencillo arco de medio punto flanqueado por pilastras y rematado en frontón triangular.

Las formas que presenta este templo, la arqueología muraria, el tipo de cabecera y la reutilización de sillares de formas y recuerdos románicos nos hacen sospechar que el templo actual se levanta sobre otro anterior románico cuyas dimensiones y planta exacta son muy difíciles de determinar pero que muy probablemente sería de una sola nave rematada en cabecera recta

Fig. 19.- Iglesia de Santa Eugenia, talla de Cristo crucificado del retablo nº 1, s. XVII (F. Palomero).

El arte mobiliar.

Este templo nos sorprenderá por la existencia de cuatro retablos, expresión de la evolución del gusto el siglo XVI al XVIII por lo que nos movemos entre las formas renacentistas y las barrocas. Había otros dos pero las bárbaras intervenciones y la falta de escrúpulos de quien gestionaba la parroquia en esos momentos los han hecho desaparecer en tiempos recientes.

Retablo del Santo Cristo .

Se adosaba al muro norte de la nave lateral izquierda, en el segundo tramo del templo. Constaba de banco, un cuerpo con gran hornacina polilobulada apeada sobre columnas y remate. Como fondo existía una pintura sobre tabla en la que se reproducía una fantástica ciudad, Jerusalén. Servía de marco a una imagen de Cristo crucificado (fig. 19), actualmente ubicado en el muro occidental. Es una obra que presentaba factura similar a la del actual retablo de la Virgen del Rosario. En el remate había una imagen de San Sebastián, hoy lamentablemente desaparecida.

Retablo de San Antón.

Se adosa al muro norte de la nave lateral izquierda, la del evangelio. Consta de banco, cuerpo con hornacina y remate (fig. 20). Los soportes son columnas bulbosas. La notable talla de San Antón que ocupa la hornacina parece anterior al propio retablo en el que se encuentra mal incardinada. El conjunto es una obra de madera dorada que por las trazas parece haberse realizado en la primera mitad del siglo XVIII.

Fig. 20.- Iglesia de Santa Eugenia, retablo de San Antón, nº 2 (F. Palomero).

Retablo de la Virgen del Rosario.

Se adosa al muro este de la nave lateral izquierda. Es una sencilla fábrica de madera dorada, con columnas de formas salomónicas, que consta de banco, cuerpo-hornacina y remate. Hay una tosca talla de la Virgen con el Niño, y un gran rosario de cuentas que no parece de época sino agregado.

 
Fig. 21.- Iglesia de Santa Eugenia: retablo de la Virgen del Rosario, nº 3 (F. Palomero).

En el remate hubo una talla de San Francisco hoy desaparecida. Es una obra que se doró y, por tanto, se concluyó el “AÑO DE 1708” según podemos leer en el pequeño banco2 (fig. 21 y 22).

 
Fig. 22.- Iglesia de Santa Eugenia: retablo de la Virgen del Rosario, nº 3, data (F. Palomero).

Retablo mayor.

Estructuralmente responde a un retablo clasicista con algunas reminiscencias herrerianas (fig. 11). Todo indica que el entallador -arquitecto diseñador- lo realizó en las décadas finales del siglo XVI. Es una estructura que consta de banco, tres calles, dos cuerpos y remate. En la calle central destaca el sagrario, la talla de santa Eugenia, el grupo escultórico de santo Domingo de Guzmán y el rosario y el remate con una figura del Padre Eterno. En las calles laterales vemos unas cuidadas tallas, enmarcadas en las correspondientes hornacinas, de los evangelistas. De izquierda a derecha y de abajo hacia arriba: San Juan, San Mateo, San Marcos y San Lucas. El banco, en el centro, vemos un tabernáculo con un cuidado relieve de la Resurrección en la parte central y sendas tallas de San Pedro y San Pablo en las hornacinas laterales. En los paneles laterales hay unas pinturas sobre tabla, posteriores al conjunto de la obra, en las que hay escenas de la vida de Santa Eugenia y de Santo Domingo de Silos. En el podio, sirve de sustentación a la cornisa del primer cuerpo, vemos sendas inscripciones pintadas que nos informan de quien mandó dar comienzo a la obra y quien la terminó. Dicho trabajo se puede dar por concluido cuando se procede a la pintura, dorado en gran medido. Ambas inscripciones se ubican en el banco y sobre los podios en las enmarcan se apean las columnas que sirven de marco a la hornacina central. Las epigrafías rezan:

ESTA O // BRA MA[ n] //DO HACER // EL L[icencia]DO PE // DRO CA // MARERO // CVRA QUE // FVE DES // TA IGLE //SIA” (fig. 23).

Fig. 23.-Iglesia de Santa Eugenia: retablo mayor, del comienzo de la obra (F. Palomero).

ACABO // SE ESTA // OBRA EL // AÑO DE // 164¿4?- // SIENDO // CURA D // ESTA I // GLESIA // EL L[icencia] DO. DO // MINGO //CAMARES” (fig. 24).

Fig. 24.-Iglesia de Santa Eugenia: retablo mayor, final de la obra (F. Palomero).

Retablo de las Ánimas.

Se adosa al muro sur de la nave lateral derecha, en el tramo tercero. Es una estructura de madera apeada sobre columnas estriadas que sirven de marco a un gran lienzo, en mal estado de conservación3, donde se escenifica el tema de las ánimas del purgatorio guiadas por la Virgen del Carmen (fig. 25). Parece obra de finales del siglo XVIII, de porte neoclásico o tal vez ya de la centuria siguiente.

Fig. 25.-Iglesia de Santa Eugenia: retablo de las Ánimas, nº 5 (F. Palomero).

En el arte mobiliar de este templo debemos incluir también una talla de Cristo crucificado (fig. 19) de madera policromada, del siglo XVI, que se utilizada en los entierros. Sueltas documentamos las tallas del Niño Jesús, Santa Eulalia (fig. 31), San Andrés (fig. 32) y San Roque (fig. 30), todas excepto la primera procedentes de ermitas desaparecidas. La imagen del Niño Jesús, colocada sobre una rústica peana, es una de las más notables por sus proporciones, policromía y calidad de talla.

Fig. 26.-Iglesia de Santa Eugenia: imagen de la Virgen de la Piedad (F. Palomero).

En el inventario de 24 de marzo del año 1982, realizado por encargo del Ministerio de Cultura y dirigido por el doctor Félix Palomero Aragón, consta igualmente la existencia de una imagen de la Virgen de la Piedad (fig. 26), de tipo procesional, de vestir y en la que únicamente se talla en madera la cabeza, las manos y la peana. Esa imagen se ubicaba en una hornacina, tipo transparente, que tenía una sencilla vidriera, notable por el tipo de cristal utilizado, en la actualidad la misma ha desaparecido y en su lugar vemos un cierre con ladrillos galleteros.

Hay igualmente reflejada una pequeña talla de madera policromada de la Virgen, con el Niño, denominada “maris stella”. Es una obra trazas barrocas, en madera policromada con peana que no se corresponde con la primitiva. Parece una obra de la primera mitad del siglo XVIII.

Fig. 27.-Iglesia de Santa Eugenia: pila bautismal románica, s. XII (F. Palomero).

En la capilla bautismal, de la que se ha eliminado la verja de madera policromada que la aislaba del templo, se ubica la pila bautismal que consta de copa, pie y basa. La primera, gallonada, se remata en una cenefa recorrida por un zarcillo a manera de guirnalda. El pie, cilíndrico y corto, es una sencilla moldura y la basa es cuadrangular con arquillos de medio punto en las caras. Es una obra de la segunda mitad del siglo XII cuya tipología es común con las de otros templos de la zona como Hacinas, Castrillo de la Reina o Canicosa de la Sierra. Sus medidas son: 110 cms. de diámetro y 102 de altura (fig. 27).

Ermitas

Fig. 28.-Vista desde el sudoeste de la ermita de la Virgen del Sol (F. Palomero).

A media ladera del monte Soncarazo, en las cercanías de una necrópolis altomedieval, se ubica la ermita de Nuestra Señora del Sol (fig. 3). Es un pequeño templo de planta de salón, con cubierta de armazón de madera y cabecera recta (fig. 28). El edificio actual es fruto de numerosas restauraciones y reformas pero en la cabecera se pueden ver algunos sillares románicos que formaron lo que fuera la ventana del este. Los muros son de mampostería con cadenas de sillares en los ángulos. La portada abre al mediodía, marca ligeramente la línea de impostas, las jambas tienen cuidado sillares al que el arco de medio punto. En la clave vemos que figura la fecha de 177o, momento en que se debió acabar una profunda reforma del templo.

De la antigua ermita de San Roque (fig. 29 y 30), situada en la zona norte de la población, a la vera de la carretera que viene desde Hacinas, únicamente queda la construcción transformada en vivienda, pues fue enajenada por el arzobispado en la década de los setenta del siglo XX. Era un templo de planta de salón, cubierta de armazón de madera (parhilera), con muros de mampostería y cadenas de sillares y portada abierta al mediodía. La cabecera, de sillarejo y cadenas de sillares en los ángulos se cubría con bóveda de crucería y tenía -tiene- planta cuadrangular. Esta parte del templo es la que se conserva en mejor estado.

Fig. 29.-Croquis de la antigua ermita de San Roque (F. Palomero).

El retablo de formas barrocas que constaba de banco, una calle, un cuerpo y remate han desaparecido pero se conserva en la iglesia la escultura de madera policromada del titular: San Roque.

Fig. 30.-Iglesia parroquial de Santa Eugenia: talla de San Roque, s. XVII (F. Palomero).

Tenemos noticias de la existencia de otros dos lugares de culto: San Miguel y San Andrés (fig. 5 y 32). El primero estaba situado en la zona de Mocinos, en un paraje que en la actualidad recibe el nombre de “cerro de San Miguel”. Todo indica que en este lugar estuvo el templo del monasterio de San Miguel de Montesinos que en la segunda mitad del siglo XI fue entregado a San Sebastián de Silos por sus dueños, vecinos de la zona, uno de los cuales era al mismo tiempo abad del monasterio de San Miguel de Silos. No hay otros restos que algunos muros y la evidencia arqueológica de la existencia de un poblado altomedieval en las inmediaciones, en el paraje de Santa Eulalia, donde han aparecido numerosos restos de construcciones y cerámica de época visigoda. No muy lejos de ambos estaba situada la villa romana, posiblemente altoimperial, que denominamos de “La Serna”.

Fig. 31.-Iglesia parroquial de Santa Eugenia: talla de Santa Eulalia, s. XVII (F. Palomero).

El templo de San Andrés, cuya talla muy popular también se guarda en la iglesia parroquial, parece que debe proceder de algún templo situado en el paraje conocido con dicho nombre (fig. 5 y 32). En la actualidad sólo quedan las lindes de la finca por donde parece que pasaba la cañada de las merinas y tal vez con anterioridad la calzada romana. Nos parece que la imagen que la talla que se conserva en el templo parroquial bien pudiera proceder de un lugar de culto que pudo haber en ese lugar.

Fig. 32.-Iglesia parroquial de Santa Eugenia: talla de San Andrés, s. XVII (F. Palomero).

La Construcción

El Término Municipal

Apuntes Históricos

notas

1Este tipo de cabecera, con recuerdos góticos pero ya claramente renacentista de la iglesia de Carazo, lo vemos en otros templos de la zona como en la iglesia parroquial de Hacinas y la de Pinillas de los Barruecos, amén de otras. Es una tipología de ábside que se impone en esa época en la diócesis de Osma. La iglesia de Carazo no puede ser una excepción a la norma.

2La inscripción de la fecha de conclusión de este retablo dice así “[man]DOSE ESTE RETABLO POR G[uen]TA DE LOS B[ecin]OS SIE[n]DO C[ur]A EL L[icencia]DO D[omin]GO XIMENO ALESJO DE LA CA[ama]RA I MARTIN LOPEZ AÑO DE 1708”

3El lienzo ha sido restaurado con posterioridad pese a lo que aportamos la imagen ante de su restauración.