3.2.- La arquitectura popular.
El paso del tiempo ha sido inmisericorde con el cuidado casco urbano que se fue gestando durante varios siglos, fundamentalmente remozado y renovado de una forma importante desde finales del siglo XVIII y, ante todo, a lo largo del XIX, muy probablemente la época de mayor prosperidad y desarrollo del municipio de Carazo. Ese desarrollo acabó plasmándose en el casco urbano (fig. 33 y 34). La arquitectura popular que vamos a presentar en Carazo, tanto en las técnicas, como sobre todo en los volúmenes, estructura interna de las viviendas y conjunto del entramado urbano, es la consecuencia de una larga evolución constructiva y de valores estéticos que acaban dando frutos notables a partir de las décadas finales del siglo XVIII. Los edificios y el entramado urbano resultante de la segunda mitad del XIX es una cuidada síntesis de todo lo que le ha precedido. En esas construcciones y organización del casco urbano se plasman los logros habidos en toda la historia de la construcción.
La llegada de nuevos materiales constructivos industriales acabará por romper la dinámica seguida a lo largo de siglos. Los grandes hallazgos científicos de la segunda mitad del XIX posibilitarán una forma diferente de construir que, a poblaciones como Carazo, irán llegando con cierto retraso pero que, en el fondo, irán minando la tradición acumulada a lo largo de siglos.
El declinar de Carazo, como el de tantas otras poblaciones, se va gestando desde finales del siglo XIX y sobre todo de una forma rápida y acelerada a partir de la diáspora de finales de la década de los cincuenta del siglo XX, acentuándose en la siguiente. A partir de aquí hay una pérdida muy notable de población y un abandono sistemático de una parte sustancial de las casas. El paso del tiempo será otro factor que contribuya al deterioro, tanto que hoy día queda en pie bastante menos de la mitad de lo que fuera el entramado urbano y constructivo.
Pero centrémonos en lo que fue para acabar en lo que hoy día es. El profesor José Luis García Grinda1 es quien, en su notable obra sobre la arquitectura popular burgalesa, plantea no sólo la historia de la construcción desde la prehistoria hasta la década de los setenta del siglo XX, sino también las técnicas y materiales utilizados en la “arquitectura rural”.
Dicho autor aclara qué y cómo se entiende la arquitectura popular en el prólogo de su obra en estos términos “El término “arquitectura popular” se aplica hoy día a aquellos edificios y construcciones realizados con técnicas primitivas, situados en el mundo rural, y que datan de hace algunos años”2. Pero añade algo más “Esta denominación es un tanto chocante, pues tales edificios, que fueron populares en su día, hoy son la antítesis de lo que constituye el hábitat natural de la mayoría de la población, a saber, los bloques en altura y las viviendas en régimen de propiedad horizontal”3.
Las reflexiones de la Junta que prologa el libro, llevan a preguntarse por qué, a partir de un determinado momento, cuando este tipo de construcción estaba en pleno declive, empieza surgir un interés, cada vez mayor, por parte de los estudiosos y aparecen numerosas publicaciones y tesis sobre la misma. Para dicho autor una de las razones bien pudiera estar en el rechazo que va surgiendo de la sociedad tecnológica a las grandes ciudades que resultan agresivas e inhóspitas para sus habitantes. De otro lado cada vez se valora más el contacto con la naturaleza y la vida en el campo lo que ha propiciado un cierto renacer del entorno rural. Ello ha tenido consecuencias, no siempre positivas en el tratamiento que han recibido y siguen recibiendo los edificios tradicionales.
La presentación del autor del libro sirve para aclarar algunos conceptos, la metodología de su trabajo y sobre todo para hacer una clara diferenciación en los tipos de edificios, de un lado los dedicados a vivienda o residenciales y de otro la “arquitectura complementaria y del común”4.
Uno de los elementos que ha influido en la tipología y organización de las casas vivideras en la arquitectura popular es precisamente el geográfico (fig. 34, 35 y 36). La climatología y los materiales disponibles explican en parte la forma de construir y articular la organización interna de la casa. Según señala García Grinda “…el influjo climático sobre la arquitectura popular aparece más evidente en los modelos recientes, fruto de la experiencia acumulada en un territorio, en una lenta pero progresiva mejora de las condiciones de habitabilidad del espacio habitado. Un ejemplo significativo de ello es el empleo de la cocina y de la gloria en la arquitecta burgalesa, en cuyos modelos ya evolucionados existen claros matices que parecen responder al menos en parte a la adaptación climática”5.
En nuestro caso el tipo de construcción se ajusta, en gran medida, a lo que García Grinda llama como “La casa de la Sierra de la Demanda”6. Otra de las denominaciones que recibe este tipo de construcción es la de “casa serrana” o “casa pinariega”7. Más adelante añade el susodicho autor “La casa serrana está presente en todas las áreas subcomarcales de la sierra, reduciéndose su presencia en la zona de Altos Oca-Tirón y en menor medida en Los Arauzos y Carazo, con tipos de transición hacia la Ribera…Así aquí la tipología constructiva responde a la casa de piedra, aunque en los bordes de contacto con comarcas agrarias se sustituye el entramado…”8. El caso de Carazo9 es analizado con detenimiento por dicho autor situándolo en una zona de contacto entre el mundo serrano y la zona que denomina como “Tierras de Lerma”. Dentro del ámbito de la tipología serrana de tierra de contacto sitúa también las poblaciones de Silos y Contreras y significa la estrecha relación que guarda con Covarrubias y Retuerta. Uno de los elementos más señalados y característicos es la estancia que se forma en torno a la chimenea de campana, habitualmente de forma troncocónica. Dicha estancia generada en torno al hogar, la encontramos en las casas de una sola planta, lo más habitual hasta bien entrado el siglo XIX, pero también en otras de planta, piso y doblado o colmado. Habitualmente es una chimenea encestada que podemos situar dentro de la tradición de la construcción de cabañas de ramas, paja y madera, heredada de tiempos ancestrales, tanto medievales como de la modernidad. Dicho encestado se utilizó también en muchos casos en la tabiquería interior de las viviendas y a veces para el cercado de prados.
3.2.1.- Características de la arquitectura popular: el municipio.
La casa tradicional que conservamos en Carazo, por regla general, es la consecuencia de una clara evolución en la forma de construir en la arquitectura popular, en la que se mezclan las pautas y el sentido que introdujo en la construcción hispana la obra “Arte de albañileria, ó Instrucciones para los jóvenes que se dediquen a él”10 del arquitecto ilustrado español del siglo XIX Juan de Villanueva con la arquitectura tradicional precedente, que utilizaba preferentemente la madera para la estructura. Los restos que han llegado hasta nosotros, en gran medida responden a las normas, pautas e instrucciones que se vierten en la obra que viera la luz el año 1827. Tanto en la factura de las fachadas, muros, huecos, entramados y tratamiento de los materiales utilizados se deja sentir la fuerza y de lo arraigadas que acabaron estando las ideas expresadas por el arquitecto ilustrado.
La construcción tradicional de Carazo la podemos situar dentro de la tierra serrana que se sitúa a ambas vertientes de la Sierra de la Demanda11. Tanto J. L. García Grinda como los autores del susodicho trabajo, a quien hemos acudido con frecuencia, nos plantean una historia de la construcción de la zona12 desde la prehistoria hasta nuestros días, los lugares donde se ubican las poblaciones13, los materiales constructivos14 utilizados y los diferentes tipos15 de construcciones. Todo ello nos servirá para situar en su contexto histórico y valorar algo mejor el caso puntual de Carazo.
La construcción de entramado16 de madera o emplenta17, presente en poblaciones del entorno como Santo Domingo de Silos o Contreras, que según García Grinda están en una zona de transición entre la tipología serrana y la de las Tierras de Lerma a la que pertenecen Covarrubias o Retuerta Covarrubias, no la vemos en Carazo. Decimos que no la vemos porque en la actualidad no queda en pie ninguna edificación de ese tipo, sí las hubo, pese a que no hayan llegado hasta nosotros. Los muros más habituales de las construcciones de Carazo eran de mampostería de piedra tosca, unos con mezcla cal y canto (cal y arena) o con barro. Se significaban igualmente las cadenas de sillares de los ángulos y los dinteles de las puertas y ventanas. Este tipo de construcción, se aproxima en su factura a la tradicional serrana. Nos parece que esta técnica constructiva responde ya a los usos contemporáneos que van arraigando a lo largo del siglo XIX y se fue implantando para evitar los incendios tan habituales en las construcciones, fundamentalmente de estructura de madera. El interior de las casas, cuando son de planta y piso, es de entramado y las divisiones internas se rellenan con adobe18. Las casas que tenían la parte superior de entramado y la inferior de piedra enlucían la pared con un “jaharrado” siguiendo la tradición de tiempo inmemorial, que ya el propio Vitrubio decía al respecto “Si los enlucidos hubieran de hacerse sobre tabiques de entramado, necesariamente se producirán en ellos hendiduras o grietas a lo largo de las maderas verticales y de los travesaños porque cuando se los recubre de tierra, necesariamente absorben la humedad y luego, al secarse, se contraen y producen en ellos grietas. Para que esto no suceda se observará la regla siguiente: cuando todo el tabique se haya trillado se aprestará una fila de cañas largas que se sujetarán en toda su longitud a las maderas con clavos de cabeza ancha, luego se extenderá una nueva capa de barro y se clavará otra segunda fila de cañas en sentido contrario a las anteriores y encima se aplican el enlucido de arena y estuco de mármol…”19. En todo caso cada año o, a más tardar dos, se enjalbegaba la fechada que estaba con revoco de barro para protegerla. Los muros, aunque fuesen de mampostería, todos ellos estaban igualmente revocados con cal y canto y en ningún caso se veía la piedra, excepción hecha la cadena de sillares de los ángulos y las jambas y dinteles de las puertas y ventanas.
El primer elemento que llama la atención cuando nos aproximamos al casco urbano de Carazo (fig. 34, 35 y 36) es que el mismo se organiza en tres zonas o barrios claramente diferenciados, que en su parte baja atraviesa y divide el río. Las gentes del lugar los denominan Barrio (fig. 37), San Cibrián (fig. 37) y Santivilla (fig. 37), hecho que queda perfectamente reflejado en el plano. Parece que el río es el límite entre dos zonas: el núcleo generado en torno a la iglesia de San Eugenia (fig. 37), área elevada respecto al cauce, y el núcleo en torno a la antigua plaza, el conocido como barrio San Cibrián al pie del “alto de la cabeza”. El tercer barrio parece un espacio urbanizado más modernamente en torno a la calle mayor y a los molinos, telares y otras actividades que en esta zona se generaron.
El casco urbano se asienta en el valle formado por el río Mataviejas que nace al pie de la cercana mole montañosa de Soncarazo, en el paraje conocido como “la hoz”, en las cercanías del poblado altomedieval del entorno de la Virgen de Sol. Lo definen dos pequeñas elevaciones, casi mesetas que lo resguardan y defienden en los costados este, mirando hacia el valle del Arlanza, y oeste hacia el angosto valle de Merendilla y el imponente sinclinal del Fuerte (fig. 12).
El casco urbano que vemos en la actualidad responde poco al que en 1854 tenía 323 habitantes y que García Grinda, en su estudio sobre la arquitectura popular burgalesa, significara como uno de los que definían una de las formas constructivas de la zona de la Demanda. Como indicábamos con anterioridad el entramado urbano se ha organizado en torno a tres barrios. En todos ellos el caserío era concentrado, formando manzanas, compactas o adosadas en hilera como se mantienen en gran medida en la zona de Barrio, siendo escasas las viviendas aisladas. Tanto en el barrio de San Cibrián como en el de Santivilla (fig. 37) y Barrio (fig. 37), en los bordes de la población se ubicaban las habituales tenadas para guardar el ganado ovino y caprino. El vacuno y caballar se metía en las cuadras que había en el piso inferior de la mayor parte de las viviendas.
La casa más tradicional de una sola planta ha ido desapareciendo progresivamente en todas las poblaciones pero a veces tenemos la suerte de conservar alguna, en la mayor parte de los casos ya sin habitar e incluso transformada para usos auxiliares (arpop. 24, 25, 28, 29, 30). Sí hay una casa que originalmente era de una sola planta y adosada a otra formando una manzana compacta, con tejado a dos aguas, ocupando una amplia superficie; la segunda ha desaparecido y la primera se conserva arreglada y algo elevada en altura, pero su volumen sigue siendo esencialmente el que tenía en el pasado (arpop 31). Por otra parte, algunas casas de la zona de Barrio, que dan a calles paralelas que discurren a diferente nivel, tienen apariencia por uno de sus lados de casas de una sola planta debido a ello (arpop 18). En algunas de estas casas más antiguas, muy ruinosas casi todas, vemos esa solución tan característica de la arquitectura popular que es lo que llamamos la entrada en recodo (arpop. 27 y 29), que se adopta cuando es necesario abrir la portada con una orientación en la que puede azotar la lluvia, la nieve…etc. (arpop 27, 29).
El alzado más habitual es el de planta y piso, a los que en ocasiones se añade un doblado. Vemos tanto arenisca como caliza, con predominio de la primera, en muros de mampostería en los que la piedra se rejunta con mortero de cal. Este revoco puede no ocultar la mampostería base o ser más grueso, cubrir por completo la piedra y enrasar el muro; en este último caso no es raro que se le dé un acabado blanco con cal o incluso con algo de color como vemos en casas que parecen algo más modernas (arpop 3, 6, 7, 10, 12, 15, 19, 20, 21, 22, 28…).
Parece ser que la agrupación edificatoria más común fueron las manzanas de casas adosadas en hilera, originalmente de la misma altura, de las que muchas han desaparecido y también las manzanas compactas. Donde más casas adosadas en hilera quedan es en la zona de Barrio (arpop 5, 20…). Disponemos asimismo algún ejemplo de casa con volumen irregular, adaptándose no sabemos muy bien a qué condicionantes (arpop 22).
Los tejados pueden ser tanto a dos como a cuatro aguas, con soluciones también más indefinidas entre uno y otro tipo cuando se trata de cubrir una manzana no muy regular desde el punto de vista geométrico. La cubierta a dos aguas es la predominante en las manzanas de casas adosadas en hilera y a cuatro en las manzanas compactas (arpop 4, 7, 17…). En alguna casa en la que a pesar de llevar tiempo abandonada su tejado no se ha venido abajo todavía podemos ver el armazón de madera de éste (arpop 25). Por lo que se refiere a los aleros vemos tanto el tejaroz formado por varias hileras de tejas superpuestas de las que la superior las lleva colocadas a canal y algo más salientes, como el más volado de madera sustentado en canes (arpop 2, 3, 7, 17, 20, 24…). Finalmente hay un ejemplo muy bello de alero de piedra (arpop 26).
La localidad que estamos analizando nos ofrece un repertorio muy interesante de ventanas. Las más tradicionales son las de tamaño más bien pequeño, de forma cuadrada y enmarcadas por cuatro grandes sillares (arpop 17, 19, 21, 31/ fig. 42 ventana1). Entre ellas queremos destacar una muy caprichosa porque el cantero le ha dado una forma de hornacina (arpop 21 / fig. 44 ventana 3). Ventanas muy arcaicas se nos antojan las de una de las casas de una planta que antes mencionábamos porque a las de piedra del modelo que acabamos de describir se unen otras encuadradas por madera que estamos más acostumbrados a ver en muros de emplenta (arpop 25). Hay otras ventanas más grandes, de forma rectangular con varios sillares en las jambas que generalmente pertenecen a casas ya de finales del siglo XIX o comienzos del XX; algunas de ellas adoptan formas muy elegantes porque su dintel está ligeramente curvado por la parte inferior como muestra de la destreza de los canteros de esta tierra (fig. 43 ventana 2 / arpop 11). Finalmente los balcones, varios en esta localidad, son sin vuelo y algunos con interesantes antepechos de hierro forjado de mayor o menor antigüedad (arpop 16, 21/ fig. 45 y 56 balcón 1, 2).
Respecto a las portadas predominan las adinteladas aunque tampoco nos faltan ejemplos formados por un arco de medio punto (arpop 12, 32). Entre las adinteladas tenemos el modelo más habitual en el que el dintel es una pieza pétrea monolítica (arpop 19, 20) y aquellas otras, de las que hay varias en esta población, con dintel adovelado ligeramente curvo donde una vez más volvemos a ver la pericia de los canteros (arpop 6, 15). En las construcciones auxiliares lo habitual es que las jambas y el dintel o sólo este último sean de madera (fig. 48 y 49 portalón 1, 2 y fig. 50 tenada de Zacarías Pinilla). En estas últimas se conservan mejor que en las casas los cerramientos originales. En las casas la puerta solía ser de una sola hoja, formada por una estructura de madera sobre la que se clavan tablones de perfil moldurado o biselado y está dotada de cuarterón (fig. 47 puerta). No hay ninguna especialmente destacada por sus herrajes.
Queremos destacar de manera especial alguna de las casas de las que tratamos en este trabajo. Una de ellas fue la antigua casa de la Inquisición; está muy alterada en casi todos sus elementos, aún conserva las dos portadas gemelas configuradas por arco de medio punto en cuyas claves podemos ver, respectivamente, la cruz con la inscripción AÑO y 1818 (arpop 8, 9, 10 y fig. 51 casa de la inquisición). La otra, recientemente derribada que aún pudimos fotografiar, es una de esas casas de la zona de Barrio que ocupaban una parcela no muy ancha pero profunda entre calles a diferente nivel, con aspecto de casa de una planta por una de ellas y de dos por la otra. En su día tuvo otra adosada, desaparecida hace más tiempo; entre ellas el tradicional muro medianero con mampostería en la parte inferior y en la superior emplenta con relleno de adobe (arpop 4, 20).
La estructura interna de la casa suele estar formada por una serie de pies derechos de madera, en esta localidad muy a menudo el enebro o la sabina, sobre los que descansan las vigas; ellas son luego las que soportan, trasversalmente las viguetas sobre las que se levanta el piso superior y en su caso el doblado. Este esqueleto de madera en ocasiones se aprecia exteriormente en aquellas casas que han perdido el revoco de su mampostería o que posiblemente nunca lo tuvieron como ocurre en las construcciones auxiliares. Generalmente lo que mejor se ve, sobre todo cuando el alero es de canes de madera, es la carrera superior del muro sobre la que éstos suelen descansar y donde es habitual que se sujeten los cables que suministran electricidad (arpop 19). Se aprecia también interiormente puesto que los muros medianeros entre las casas adosadas y los tabiques de compartimentación interna de las viviendas solían ser de entramado de madera con relleno de adobe como acabamos de ver hace un momento (arpop 4); incluso en las más antiguas (algo ya muy difícil de localizar aunque alguna localidad nos depare una sorpresa) era algo tan simple como un encestado de ramas revocado con barro.
El piso inferior normalmente tenía un pequeño zaguán desde el que se accedía a las estancias delanteras que muchas veces no solían ser vivideras sino tener funciones de pequeño taller de trabajo, almacén de productos agrícolas o para guardar aperos, leña…etc. A veces esta función en las viviendas serranas la cumplía una pequeña edificación que suele recibir el nombre de casito o casillo, adjunta a la vivienda como un volumen diferenciado de ella mucho más pequeño. Al fondo de la planta baja solían estar las cuadras del ganado vacuno o caballar que se empleaba en las tareas de labranza. En el centro la escalera con los primeros escalones de piedra, resguardada y defendida mediante una puerta. En la planta superior la estancia principal era la cocina que, como en todas las arquitecturas de montaña, jugaba aquí un papel trascendente. Es esta una estancia amplia de planta cuadrada o cuadrangular en la que se inscribe un octógono que sirve de apeo a la chimenea de campana de base circular. El hogar puede estar en el centro o adosado a uno de los muros, con un elemento de madera giratorio sobre el que coloca el “allar¨o “llar” del que cuelgan algunos recipientes. En los muros suele haber adosados bancos con alto respaldo y una mesa plegable. La chimenea tradicional es de encestado con palos verticales y un cuidado entramado de mimbres recubierto de arcilla. Por el exterior está recubierta de tejas imbricadas. Reproducimos por su interés las descripciones de Torres Balbás: “La cocina es siempre lo más esencial (….) a dos metros y medio del suelo colocanse unos cargaderos que convierten la planta cuadrada en octogonal, levantándose sobre ellos la campana, cónica, que cubre totalmente la cocina, no tiene más luz que la que entra por la parte superior de la chimenea a través de su copete de tablas. El ingreso a estas cocinas queda siempre cortado por un tabique que hace de biombo y sirve al mismo tiempo que para evitar la entrada directa del aire, de apoyo al hogar. En ellas suele estar el horno; la perezosa, mesa plegable a la pared; el burro o soporte giratorio para tener la caldera; los escaños…etc. Para construir la chimenea se toman unas colondas (palos verticales) y se entrelazan con cestería de ramas flexibles (bardas y bardones) de enebro o de sabina; se recubre exteriormente de un escamado de trozos de teja, rematando con un copete calado de madera”. Poca fortuna tenemos en Carazo por lo que hace a la conservación de las chimeneas de campana. Lamentablemente la mayor parte de ellas han desaparecido pero tenemos documentada alguna. Una de ellas nos permite ver la estructura de encestado (fig. 52) y el remate exterior. Las otras sitas en una manzana de casas de la calle mayor, barrio, han desparecido (fig. 53). La de la casa de Natalio, en excelente estado de conservación es fruto de una reciente restauración que ha mantenido en lo esencial o que fuera con anterioridad (fig. 54).
El resto del espacio podía estar organizado en salas con las correspondientes alcobas o con otro tipo de compartimentaciones dando lugar a espacios de uso versátil. Sí era muy frecuente que, en el fondo de la casa sobre las cuadras, se reservara un espacio para almacenar hierba o paja, que se vertía directamente sobre la cuadra eliminando en una parte el suelo-techo que las separaba; desde el exterior solía introducirse a través de una puerta en altura que recibe el nombre de bocarón o butrón. Cuando había desván solía ser diáfano, sin ninguna compartimentación.
+ Cambios y reformas.
Desde que realizamos la toma de datos para el trabajo de investigación, entre los años 2005 y 2006 y ante todo con otros precedentes -década de los ochenta y noventa del siglo XX- hemos constatado cómo algunas viviendas o bien se han eliminado para levantar otras en su lugar o simplemente han desaparecido. Vamos a presentar algunos ejemplos de ese proceso de desaparición de la arquitectura tradicional y para lo que aportaremos los correspondientes documentos gráficos, ya fotos históricas.
A partir de las fotografías históricos podremos aproximarnos a lo que fuera una parte de la arquitectura tradicional de la población de Carazo. En muchos casos el paso del tiempo, la escasa estima en que se ha tenido y tiene a ese tipo de construcción, con frecuencia cierta ignorancia o el deseo de tener unos espacios más acomodados a las modas se han eliminado obras muy señaladas.
Vamos a comenzar por una casa desaparecida en el barrio de Santivilla que expresa, por sí misma, lo que fuera la buena arquitectura tradicional o popular, con su cuidada fachada armónica, planta baja y estructura interna de armazón de madera con alero formado por los cabrios de la cubierta y la chimenea de campana (fig. 55).
No lejos de la edificación precedente documentamos varias construcciones que formaban casi un bloque con la taberna de Antonino. Esta se conserva, bien que con alguna modificación de la fachada principal, la meridional, pero en la este tuvo adosada una pequeña casa vividera y otra a continuación que formaban un conjunto interesante con al habitual ángulo. En esta ocasión vemos como se hacía presente la construcción de emplenta (fig. 56), propia de los territorios de transición entre la “casa pinariega” y la de “las tierras de Lerma” como señala J. L. García Grinda. En nuestro caso el piso inferior es de piedra, mampostería con cadenas de sillares angulares, sobre el que se asienta la estructura de emplenta, cierre con adobe y el habitual revoco y la tradicional estructura de madera en la cubierta que acaba en alero de canecillos formado por los cabrios. Es una de las pocas construcciones que hemos podido documentar que presentaba dicha estructura.
También en el barrio de Santivilla, cerca de las dos precedentes, nos topamos con otro ejemplo paradigmático como es la casa de quien fuera el último tejedor de esta población, D. Leonardo Aragón (fig. 57). En esta ocasión se trata de una construcción que se incardinaba en un bloque de casas, ligeramente adelantada a las situadas hacia el este e incluso con las de la zona opuesta de tal manera que esta vivienda y la contigua, acabaron formando una característica esquina con la de D. Julián Santamaría y la Dª Dionisia Ontañón. En esta ocasión se trata de una edificación de planta y piso, con portada de arco de medio punto rebajado situada en la zona izquierda y remate en alero de acusados canecillos, expresión de que tuvo cubierta de armazón de madera. El muro presenta un cuidado revoco de cal y canto que cubre toda la fachada pero que deja ver los cuidados sillares de las ventanas, portada y cadenas angulares. Esta construcción, nos recuerda a la de esta misma manzana de la familia Cipriano De Domingo Ontañón, ahora de Dª Ana María Palomero. La diferencia más importante entre ambas está en el balcón, ventanucos del doblado que tiene esta segunda y la cornisa, expresión clara de que tuvo planta, piso y doblado.
En todo caso, esta construcción, nos aproxima a las pautas constructivas imperantes en la población de Carazo. La misma, en general se situaba más dentro de lo que son las pautas constructivas de la conocida como “casa serrana” o “casa pinariega” que la de “las tierras de Lerma”. En todo caso estamos ante una construcción que responde ya a las pautas imperantes en la construcción a partir de mediados del siglo XIX.
Otro de los edificios desaparecidos de los que hemos podido obtener documentación gráfica -también situada en el barrio de Santivilla- es la manzana que fuera vivienda de D. Gregorio Cibrián, Fermín y otros (fig. 58). Este tipo de edificaciones, de planta piso y doblado, presentaban la peculiaridad de la entrada en recodo, donde se ubicaba la portada de acceso a la casa resguardada del norte en esta ocasión. Esta forma de edificar fue relativamente frecuente en los usos de la arquitectura popular existente en Carazo. Apreciamos en esta ocasión la existencia de sendos recodos, en los que se ubicaban las portadas de acceso a la vivienda, dos mirando hacia el mediodía, lo más habitual, y una abierta al oeste bien que con posterioridad fue anulada y cegada. Igualmente vemos como el cargadero de las portadas era de viga de sabina (enebro es la denominación que recibe en esta población).
Los muros de las tres viviendas que formaban un bloque, pero claramente diferenciada cada una de ellas y alineadas con evidentes retranqueos, eran de mampostería, con cadenas de sillares angulares, revoco de cal y canto que ocultaba el muro de piedra pero que dejaba ver los sillares de las portadas, ventanas y de los ángulos. Los aleros se formaban con un cuidado tejaroz o con los habituales canecillos. Vemos que una de las viviendas, la de Gregorio Cibrián, sufrió una reforma importante pues se aprecia que anuló la portada abierta hacia la calle principal orientada al oeste y se trasladó la fachada principal de la casa a la zona meridional. Esa transformación, por los restos que nos aporta la fotografía histórica (fig. 58), parece un trabajo realizado hacia las décadas de los treinta o cuarenta del siglo XX.
La casa que ahora nos interesa, situada en la calle Claveles, a la que abre la fachada principal, estuvo orientada en sentido norte sur, don la fachada primera a la calle mayor. La misma, por el terreno donde se ubicaba, como las otras de la misma manzana tenían un acusado desnivel por lo que la fachada de mayor desarrollo estaba en la zona sur. Estamos ante un bloque de viviendas, correctamente alineadas que inicialmente tuvieron todas idéntica altura en la fachada que ahora nos importa. Una parte reseñable de este bloque de viviendas ya había desaparecido cuando realizamos la fotografía quedando en pie únicamente las tres que vemos en la fotografía (arpop. 20), la situada en el centro ya había visto reformada esta parte de la fachada,
Nos vamos a centrar ahora en la fachada de vivienda situada en primer término, propiedad de Benedicto Aragón. La misma tanto por su alzado, como por el tratamiento de los muros con el habitual revoco de cal y canto, el tipo de vanos: portada, balcón y vano de la planta, responde a los usos habituales de la arquitectura popular de esta población que se fue implantando desde la segunda mitad del siglo XIX. Es igualmente reseñable el alero con notable desarrollo de los canecillos. Por el contra las otras dos que aún están en pie, ya presentan otra de las fórmulas utilizadas como es el tejaroz.
De esta vivienda hemos podido documentar la estructura y formas del muro divisorio con la contigua que en la actualidad ha desaparecido casi en su totalidad y únicamente queda el solar (Arpop. 4). Por ella vemos como la planta tenía muro de piedra, mampostería, mientras que los del piso y doblado, presentaban la habitual manera de hacer de la construcción de emplenta y cierre con adobes.
La casa que aparece en primer término ha desaparecido en su mayor parte por los restos del muro que conservamos, el tipo de revoco del mismo, la portada, vanos y alero parece que respondía al patrón de la que hemos presentado.
En la zona de la actual carretera, a caballo entre Barrio y Santivilla, encontramos tres viviendas que inicialmente formaron una manzana que presentaban notable uniformidad, el paso del tiempo ha supuesto que haya sufridos cambios muy importantes, tanto que han alterado sustancialmente lo fuera este notable bloque de arquitectura popular tan característico en la población de Carazo. La vivienda situada en la zona más meridional, ha desaparecido en su totalidad, junto con una casa que tuvo cocedero y acceso por la parte sur. En el solar de ambas viviendas se ha levantado una completamente moderna y con características formales que nada tienen que ver con lo que fuera la casa de Cándido Cámara y Anuncia Cámara. La ubicada en el centro igualmente ha sufrido una notable transformación pues ha desaparecido la fachada y se ha levantado una de nuevo cuño que nada tiene que ver con la que hubo (Arpop. 23). Son un ejemplo característico de la falta de sensibilidad y respeto a la tradición tan frecuente en muchos edificios de esta población. El tercer componente de la manzana, conserva, en lo esencial, la fachada y gran parte de los muros, juntamente con la portada, balcón y una de las ventanas, la del piso, mientras que se ha abierto otra en la planta que no concuerda con lo que fuera la existente con anterioridad. En esta tercera se ha eliminado el revoco que tuvo el muro, similar al de la contigua de Moisés Pinilla, dejando la piedra rejuntada y vista por lo que ha perdido su personalidad.
El elemento que ha reemplazado, tanto a la casa contigua, también desaparecida, como a la ocupaba el centro de la manzana, ha sido muy poco respetuoso con lo que es la arquitectura popular de Carazo. Se ha respetado la altura modificando completamente la fachada perdiendo la calidad y empaque que tuvo la original que respondía, en lo esencial, a lo que podemos considerar como fachada armónica. Era uno de las tipologías y formas de articular las fachadas heredada de una larga tradición y que en esta población se impuso a partir de mediados del siglo XIX
Muy próxima a la que hemos presentado con anterioridad, pero mirando hacia el este y dando la espalda a la actual a la carretera, localizamos otra de las viviendas de las que tenemos documento gráfico que ha sufrido una notable transformación, tanto que en el momento presente resulta del todo irreconocible (Arpop. 33). Se trata de una de las construcciones, como la precedente, que presentaba una fachada que podemos denominar armónica. Tenía planta, piso y anunciaba el habitual doblado, bien que la portada de acceso se ubica no en el centro sino en la zona lateral derecha. La planta respondía a los usos clásicos con balcón central y vanos en los laterales. Originalmente el muro tuvo revoco de cal y canto pese a que cuando la toma de la fotografía ya lo había perdido y presentaba un tratamiento del muro poco acorde con los usos habituales en la arquitectura popular de Carazo y de la mayor parte de la actual provincia de Burgos.
Nos importa esta construcción, como es el caso de la precedente, pues responde al arquetipo implantado en muchas de las construcciones de esta población a partir de mediados del siglo XIX y porque el tratamiento que reciben la portada, el balcón y los vanos nos está indicando que quien lo realiza es un gran dominador del oficio y además se aproxima a lo habitual en edificios que podemos catalogar dentro de los estilos artísticos. Es posible que el tipo de alero, tejaroz nos esté indicando que la casa que ahora nos ocupa se realizara ya a comienzos del siglo XX o más bien hacia la década de los treinta de dicha centuria. Es una muestra más del buen trabajo que llevaron a cabo los canteros de Carazo y de cómo se va imponiendo una forma clásica y bella de organizar las fachadas de la denominada como arquitectura popular, pero que con frecuencia pone de manifiesto que no estaba lejos de la de los grandes estilos.
Esta vivienda, situada mirando hacia el río, en la calle real y la de las huertas, en la actualidad en estado ruinoso, es una de las escasas manifestaciones de la construcción y tipología más antigua existente en Carazo de la arquitectura popular (arpop. 24 y 25). La vivienda presenta sendas fachadas de factura muy diferente. La que da a la calle de las huertas, de una sola altura presenta todas las características de la fachada armónica con la portada en el centro y sendos vanos en los laterales. Esta fachada iba alineada con un conjunto de viviendas con las que parece pudo formar un importante bloque que recorría la calle de las huertas. Las restantes sufrieron una importante reforma a lo largo del tiempo conformándolas todas como casas de planta, piso y algunas doblado quedando como un residuo de lo anterior el edificio que ahora nos interesa. El muro se mueve a caballo entre el sillarejo y la mampostería con cuidada cadena de sillares en los ángulos sudoeste y nordeste y bien revocada con cal y canto. Se remata en un cuidado tejaroz. La cubierta, a dos aguas, presenta un acusado cuchillo en la parte occidental. Uno de los elementos que deseamos igualmente significar es la forma de organizar la portada. En esta ocasión presenta estructura adintelada, lo más habitual, pero definido el marco con madera de sabina, tanto en el dintel como en las jambas que por cierto apeaban sobre sillar de arenisca. Es igualmente reseñable la fachada de mayor desarrollo, la que mira hacia el río y calle real. Al estar abierta hacia el oeste apenas tiene vanos y lo existentes son de escaso desarrollo. La mayor parte de la misma se hace en piedra, mampostería y se revoca con cal y canto, pero en la parte superior el cierre se hace con adobe donde vemos como el marco de las ventanas, de mayor o menor desarrollo, es de madera y el alero de madera y no el habitual tejaroz. Sólo unos pequeños ventanucos presentan la habitual forma con estructura de piedra muy marcada.
Algunos de los elementos constructivos de la fachada occidental ponen de manifiesto que cuando y quien la realiza, o no tiene los conocimientos técnicos para hacer una obra de mayor porte o en el momento en que la levanta lo que es estilaba es lo que vemos. En todo caso esta obra nos traslada a las técnicas y usos más antiguos que conservamos en las viviendas de Carazo. Es una de las escasas reliquias de un pasado algo más antiguo que la mayor parte de la arquitectura popular que ha llegado hasta nosotros. El revoco de esta fachada es otra de las reliquias de un pasado relativamente alejado como es la utilización del barro en el que aún vemos algunos restos del jalbegue que se solía aplicar casi todos los años para evitar que el barro se deteriorara con la lluvia.
Por algunas de características que hemos indicado que se apreciaban, una parte de la fábrica ha desaparecido, podemos decir que estamos ante una de las pocas viviendas que han llegado hasta nosotros de una sola altura. Este tipo de construcción parece que debió ser la más habitual en Carazo a lo largo de la Edad Moderna. A partir de mediados del siglo XIX, o tal vez algo antes, hay un cambio importante y se empiezan a levantar viviendas de planta piso, muchas con doblado, abandonando el modelo precedente. Por esa razón tiene tanto interés esta construcción pues nos aproxima a lo que fuera la tipología de edificio dominante en nuestra población al menos hasta la etapa histórica susodicha.
Uno de los elementos constructivos característicos de la arquitectura popular, tiene mucho que ver con la climatología, es la construcción en recodo. En la actualidad la mayor parte de construcciones que mantenían dicha forma han desaparecido o están un lamentable estado de ruina. Uno de los ejemplos más característicos de esta pauta constructivo es el que documentamos en los restos de construcciones cercana al cubillón. El bloque de viviendas allí situado, en tiempos recientes, se ha dedicado a tenada. Los restos que quedan de la fábrica en parte del mismo muestran que inicialmente la mayor parte del bloque fue vivienda y en la parte de la construcción en recodo aún se aprecian bien las portadas de acceso a las viviendas (Arpop. 27). Incluso queda claro que la fábrica del conjunto se levantó al mismo tiempo como pone de manifestó la estructura del muro. Nosotros hemos visto como en la década de los cincuenta del siglo pasado aún se reunían allí algunas personas, ante todo mujeres, a charlar y hacer labores.
El bloque en una parte importantes ha desaparecido, también la construido en recodo, pero lo que queda pone de manifiesto que era una fábrica de muros de piedra con aparejo entre el sillarejo y la mampostería y cadenas de sillares en los ángulos. Las portadas de acceso presentaban la habitual estructura adintelada con jambas de sillares de excelente trabajo y dintel con viga de sabina (denominada enebro entre las gentes del lugar).
Otro ejemplo de casa desaparecida lo encontramos casi al final de la que va paralela a la calle príncipes y perpendicular a la mayor. En esa zona, ya cercana a las eras de San Cibrián, en otro tiempo hubo un bloque de casas, todas ellas de una altura que daba inicio con la que ahora nos importa (Arpop. 29). Las otras tres viviendas situadas más hacia el este han desaparecido en su totalidad y en la actualidad únicamente quedan restos de los muros y de las portadas de acceso. Las de mayor porte eran las que daban comienzo al bloque, que además presentan una fachada de mayor desarrollo que miraba hacia poniente y abría a una pequeña calleja que miraba a la vivienda de Cosme Cámara.
Las viviendas que ahora nos importan -de las que tenemos documento gráfico de hace ya casi veinte años- formaban un conjunto que por los datos que hemos podido documentar se levantaron al mismo tiempo. Ambas tuvieron muros de mampostería con revoco de cal y canto, de barro con jalbegue en la que daba a la calle y cada de sillares angulares. Su cubierta era a dos aguas y se remataban en alero con canecillos, expresión clara de que la estructura interior era de armazón de madera. La fachada que daba a la calle principal presentaba la habitual estructura armónica, con la portada en el centro y sendos vanos a ambos lados de escaso desarrollo. La portada en ambos casos tuvo jambas de piedra sillería bien trabajada y el dintel lo formaba una viga de enebro. Igualmente hemos podido comprobar que fueron viviendas de planta como la mayor parte de las existentes en esta zona, como las restantes del bloque. El paso del tiempo ha sido inmisericorde con la mayor parte de las construcciones de esta zona del barrio de San Cibrián, pero la mayor parte formaban bloques y eran de una sola altura como las que ahora nos importan.
Otro de los hechos significados es la construcción en recodo. Las viviendas del extremo occidental del bloque de casas, en la fachada que daba a la calleja, presentaban dicha forma de construcción, evitando de esa forma la orientación al gallego de la portada abriéndola hacia el mediodía (Arpop. 29). Es una prueba más de la importancia que tuvo esta forma constructiva en la arquitectura popular de estas tierras.
+ Construcciones auxiliares, industriales…
Como en la mayor parte de los cascos urbanos, en Carazo, a las viviendas les acompañan edificios que convenimos en llamar auxiliares empleados como corrales o similares, ubicados muchos de ellos en zonas periféricas (fig. 39, 40, 41, 50 y 59 tenadas 1, 2, 3, y acceso a eras de barrio). Este tipo de construcción tiene muros de piedra, sin revoco, una sola altura, puerta de notables dimensiones, con doble hoja y a veces sendos ventanucos a ambos lados. La cubierta es a dos aguas y a veces hay un pequeño doblado para almacenar paja, hierba o lo necesario para atender al ganado. La mayor parte de las que existían en el casco urbano en la actualidad han desaparecido. Por lo común se situaban en las zonas extremas y no dentro del casco urbano propiamente dicho, aunque tenemos ejemplos de lo último (fig. 48, 49, 50 y 59).
Un edificio documentado, como en la mayor parte de las localidades serranas, es la fragua a la que se asocia o está cerca del potro. La fragua se compone de un fuelle, hogar para calentar el hierro, yunque y un pilón de agua para templar las herramientas o utensilios reparados o elaborados. El potro es una sencilla estructura de madera, de uso público, preparada para herrar los animales de uso, bien para el trabajo o para el transporte. Tenemos documentado el lugar que ocupó la fragua hasta la década de los cuarenta del siglo XX, conocemos la existencia de al menos tres herreros y que el último tenía la fragua en un edificio anejo a la vivienda, en el barrio de Santivilla. El potro, en nuestra población ha desaparecido, pero estaba situado frente al ábside de la ermita de San Roque.
También encontramos hornos y horneras, de propiedad pública y privada. Es un edificio habitual en todas las poblaciones, generalmente de planta cuadrada, con un horno fabricado de adobe en forma cónica, colocado sobre una plataforma de piedra. Le acompañan la artesa o artesas donde se prepara la masa, un banco para depositar la masa preparada para cocer y las palas. También hay un espacio para ubicar la leña que se utiliza para calentar el horno. La boca del horno, donde se enciende inicialmente el fuego, comunica con una chimenea para la salida de humos. Es un edificio que tiene habitualmente cubierta a cuarto aguas porque suele ser una construcción exenta y de planta cuadrada. En Carazo se conservan varios y uno de ellos hemos tenido la fortuna de verlo en uso por parte de una de las vecinas del pueblo, Piedad Aragón (fig. 63), preparando en él, como tantas veces a lo largo de su vida, las rosquillas pascuales (fig. 60, 61, 62 y 63 horno 1, 2, 3 / cocinera / rosquillas).
Otro de los elementos habituales son las fuentes. En el manantial hay una estructura de piedra o cemento que sirve para la recogida del agua. A veces se canaliza hacia unos caños que acaban por depositar el agua en un pilón. Es muy frecuente que la fuente se vea cubierta por una estructura de piedra abovedada interiormente y con forma de tejado a dos aguas por el exterior, la fuente que denominamos de tipo romano. En Carazo aún se conservan tres fuentes de este tipo: “la fuente grande” (fig. 37), “la fuente chiquita” (fig. 37 y 64) y “el cubillón” (fig. 37 y 65), repartidas en diferentes zonas del casco urbano. Las dos primeras aportaban agua a un abrevadero mientras que la tercera servía únicamente para el consumo, especialmente para la cocción de legumbres y aseo personal. No parece que hubiera lavadero lo que no nos resulta extraño porque el río estaba ahí mismo.
Otro de los edificios habituales en la mayor parte de las poblaciones es el molino (fig. 66 y 67). Los encontramos en los cauces de los ríos, casi siempre fuera del casco urbano y en ocasiones muy alejados de la población. Unos son comunales, del municipio y de uso alternativo de los vecinos, también los hay privados. Algunos de ellos acabaron transformados en pequeñas centrales hidroeléctricas para abastecer de luz a las poblaciones cercanas. Lo normal es que la construcción sea de pequeñas dimensiones, de planta cuadrada o rectangular, con muros de piedra, mampostería y sillares en los ángulos, con cubierta a dos aguas. En el piso se coloca la herramienta y las diferentes muelas, mientras que el mecanismo movido por el agua, con las aspas se coloca debajo. El molino va precedido de un caz, de mayor o menor longitud, con una embocadura y caída de agua sobre el rodezno. Sabemos que el año 1752 “…en termino ay cinco molinos arineros con una rueda cada uno sitos sobre el Arroio de la Fuente la mora …”1. En dicho documento se dice el tiempo que trabajaban, se sitúa a cada uno e incluso se señala quienes eran los propietarios2 “…el que mas muele tres meses al año en el ynvierno, propio el uno de Juan Izquierdo Zibrian y otros vezinos, que llaman el estamero y administran por si, el que si se (fol. 86v) Arrendara regularon que baldria treinta reales; el otro llaman el del Calbario que es de Francisco de Castro y aparceros; el otro nombran el del Penon sonderilla que es de Thome de Aragon, y otros vecinos el otro llaman de Juan de Domingo, que es de Joseph de la Camara y aparceros y el otro llaman de el soto que es de Juan Lopez Yzquierdo y otros vecinos, y a cada uno consideran que si se arrendara valiera treinta y cinco rr[eale]s anualmente…”. En el siglo XIX, según Madoz3 hay “3 molinos de harina”.
En la actualidad quedan restos de uno de ellos del que se conserva el cauce, la pendiente con la caída del agua y una parte de los muros. Todo parece indicar que los molinos eran de propiedad privada. Hubo un segundo molino en la zona de la tejera, que sólo se conserva una de las muelas del rodezno.
En la población de Carazo existen algunos pagos que reciben el nombre de cañamar y linares, expresión clara de que hubo cultivo de esas plantas. Como vimos al hablar de la historia, por el Catastro de Ensenada del año 1752 conocemos la existencia del cultivo de “lino, cáñamo”4 y que había un elevado número de personas que se dedicaban a tejer “hay diez texedores de lienzos y estapas” 5. En siglo XIX, según la información que nos aporta P. Madoz hay “…algunos telares de lienzos caseros”6. Por la información obtenida de varios vecinos del lugar nos han informado, dichos telares continuaron su existencia hasta después de la guerra civil, siendo el último artesano del oficio D. Leonardo Aragón, alguno de cuyos telares han llegada hasta nosotros, según su nieto Teodoro Aragón Palomero.
Las especiales calidades de la arcilla en algunas zonas del término de Carazo, hizo que existieran talleres para la fabricación de tejas, las conocidas como tejeras, de las que proceden la mayor parte de las existentes en las casas de la población, lo mismo que los ladrillos de tejar. En la jerga utilizada para conocer los diferentes lugares del término de Carazo aún se conserva el nombre de tejera, al menos para referirse a tres lugares; uno en el pago de arriba (fig. 68), donde aún se ven restos de la construcción, de ladrillos y tejas; otro al lado del río y un tercero siguiendo el camino de “untuido”, antes de llegar a “fuente el espino”.
La Construcción
El Término Municipal
Apuntes Históricos
notas
1GARCÍA GRINDA, J. L. 1988: Arquitectura popular de Burgos. Crítica y teoría de la arquitectura popular. Tipos de caracterización de la arquitectura rural autóctona castellano-leonesa: el caso burgalés. Colegio Oficial Arquitectos de Burgos-Diputación de Burgos, Burgos. Es la obra más completa y pionera en este campo y por tanto de obligada referencia.
2Ibidem, p. 11.
3Ibidem, p. 11.
4Ibidem, p. 14.
5Ibidem, p. 26.
6Ibidem, p. 225
7Ibidem, p. 227
8Ibidem, p. 227.
9Ibidem, pp. 233-234.
10VILLANUEVA, J. 1827: Arte de la albañilería, o instrucciones para los jóvenes que se dediquen a él, en que se trata de las herramientas necesarias al albañil, formacion de andamios, y toda clase de fábricas que se pueden ofrecer: con diez estampas. Oficina de Francisco Martínez Dávila, impresor de Cámara de S.M.
11PALOMERO ARAGÓN, F. et alii 2007: http://www.sierradelademanda.com/docftp/ds2SierraDemandaGeneral.pdf, p. 13-40, Los autores del trabajo general de la zona, hacen un planteamiento general de la arquitectura popular de la Sierra de la Demanda, donde se ubica también Carazo.
12Ibidem, p. 14-23.
13Ibidem, p. 23-25
14Ibidem, p. 26-29.
15Ibidem, p. 35-39.
16El diccionario de la RAE define Entramado (de entramar) “Armazón de madera que sirve para hacer una pared, tabique o suelo rellenando los huecos con fábrica o tablazón”. O en PALOMERO ARAGÓN, F. et alii 2007: http://www.sierradelademanda.com/docftp/ds2SierraDemandaGeneral.pdf, p. 163 “Estructura de madera, hierro u hormigón armado, que forma el armazón de una pared, tabique o suelo… Pared de entramado. También nos podemos referir al tipo de cubierta de madera de algunas construcciones con las variantes que luego tiene según el tipo de armazón que presenta la madera.”
17PALOMERO ARAGÓN, F. et alii 2007: http://www.sierradelademanda.com/docftp/ds2SierraDemandaGeneral.pdf, p. 163 “Emplenta: fabricación de entramado de madera y relleno diverso.” y “Emplecton: según Vitrubio relleno o núcleo interior de un muro, realizado a base de mortero y fragmentos de piedra, que sirva para trabar los dos paramentos exteriores realizados en sillería. Los sillares de estos muros se libran únicamente en la cara exterior”.
18Esta acepción se define en el diccionario de la RAE, “Masa de barro mezclado a veces con paja, moldeado en forma de ladrillo y secada al aire, que se emplea en la construcción de paredes o muros”. O también lo podemos definir, PALOMERO ARAGÓN, F. et alii 2007: http://www.sierradelademanda.com/docftp/ds2SierraDemandaGeneral.pdf, p. 154,“Mezcla de barro y paja, en algunas localidades de cal y arenilla, moldeada en forma de ladrillo y secada al aire. No es un producto cocido”.
19PALOMERO ARAGÓN, F. et alii 2007: http://www.sierradelademanda.com/docftp/ds2SierraDemandaGeneral.pdf, p. 30, en donde se hace referencia a la obra de Vitrubio Polión y se hace la cita correspondiente de la obra “Diez Libros de Arquitectura”.
20Catastro Ensenada, Carazo, fol. 86r.
21Ibidem, fol. 86r-86v.
22MADOZ, P. 1845-1850: p. 269.
23Catastro Ensenada, Carazo, fol.83v.
24Ibidem, fol. 91 r.
25MADOZ, P. 1845-1850: p. 269.